miércoles, 8 de junio de 2011

DOÑA BARBARA /MARIA FELIX


Igual que su país: "tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios", parecía inevitable que la devorara la máquina de los sueños de Hollywood. Pero se resistió. Su argumento fue que no quería aprender inglés ni le gustaban los papeles de india que le ofrecían: "No nací para cargar canastos", "me ofrecen papeles de india y las indias las hago en mi país, en el extranjero sólo encarno a reinas" dijo. Si algo perdió con esta decisión, lo compensó con la adhesión popular y la admiración de los intelectuales de su país y del Viejo Mundo.

Su biógrafo más conocido, Paco Ignacio Taibo, hace notar en su obra —obviamente bautizada como "La Doña"— que María Félix no sólo poseía "una belleza singular". También era fundamental en ella el contraste con las actrices "tradicionalmente sumisas" de su país.

El escritor mexicano Carlos Monsiváis la describió como "una sucesión de atavíos, 'close-ups', actitudes y frases memorables" y también como "la persona que veía en el lujo la escenificación de sus fuerzas interiores". Sobre todo, María Félix —en cuyo honor fueron bautizadas miles de mujeres que hoy tienen entre 40 y 50 años— fue el sueño de generaciones de latinoamericanos y no latinoamericanos. "Tanta y tan intensa es su hermosura, que duele", dicen que dijo Jean Cocteau cuando la conoció. No fue el único piropo. Su amigo Diego Rivera le dedicó un autorretrato "a María Reina de los Ángeles Félix, quien millones de gentes admiramos y amamos pero a quien nadie querrá tanto como yo". El propio Rómulo Gallegos le subrayó en una edición de su libro Doña Bárbara una frase: "Agua clara del remanso donde los cielos se miran". Al margen, el escritor anotó: "Ésta, María, eres tú". Agustín Lara, uno de sus cinco maridos, optó por el homenaje más perdurable: "María bonita", cantada por miles de enamorados a lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo.

Nada, sin embargo, empañó el cariño y la admiración que le tenían los mexicanos. El día de sus funerales, el público apostado en el camino hacia el Cementerio del Panteón Francés, junto con las flores, las pancartas y las fotos de la actriz le gritaba: "¡Viva María Bonita!", "¡Viva La Doña!".

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